El 2016 ha sido un año particularmente pobre, o triste, o negativo en el camino de mi Vida.
El resultado de las elecciones presidenciales del año anterior, y el consiguiente cambio de gobierno en el país, significaron un golpe que aún hoy no llego a explicarme del todo.
Digo esto porque, como suramericanos, estamos acostumbrados a andar por estos paisajes por los que hoy vamos caminando los argentinos.
Y sin embargo…
Aunque tal vez justamente allí estribe la causa de mi tristeza:
Durante la última década dije una y mil veces, en reuniones de amigos, ante distintas gentes, en privado y en público, que la Vida, después de haberme topado directamente con la muerte en el año 2007, me había regalado un bonus que todavía estoy disfrutando y que me había posibilitado comprobar que otro mundo, aquél que siempre había soñado y por el que siempre había luchado, era posible!
Por primera vez en mis más de seis décadas vividas, me sentía enrolado en las filas del pensamiento gobernante!
Yo... ¡oficialista!
¡El mismo que durante toda su vida había transitado invariablemente por la vereda de enfrente!
Ahora... por primera vez... ¡oficialista!
Cuando el 9 de diciembre de 2015 tuve la alegría de participar en la enorme concentración popular que en Plaza de Mayo se reunió para despedir a nuestra Presidenta, me sorprendí a mí mismo con lágrimas en los ojos!
Y entonces pude comprender con mi cuerpo (única manera que, como actor, concibo para entender los asuntos de la Vida), cuál era el verdadero sentido de la palabra solidaridad; qué quería decir estar juntos; y entendí cabalmente el significado de una frase que desde entonces quedó acuñada en mi cerebro: la Patria es el otro...
¡Y hasta de la palabra Patria en sí! Yo, que siempre me había mantenido al margen de banderas y escarapelas…
Una hora antes, a pocos metros de allí, había participado en la última reunión del año del Consejo Provincial del Teatro Independiente, organismo en el que había venido desempeñándome desde hacía más de cuatro años y para el que había sido designado por las autoridades provinciales para un nuevo período (hasta octubre del 2019).
La patria es el otro.
El otro...
El que en cada función había estado sentado frente a mí, en la platea…
El que desde los comienzos del camino había sido el destinatario genuino de todo cuanto hice, cuanto quise hacer y cuanto soñé con hacer sobre el escenario.
Y, de pronto, caer en la cuenta de que ese otro había sido quien, con su voto y en libre ejercicio de su libertad, había decidido dar fin a esa etapa de gloria en la que yo me había embriagado de alegría…
Gracias a el otro, se daba por terminado ese capítulo de la historia argentina que nunca había creído llegar a vivir…
Pero entonces…
A partir de ahora…
¿A quién dirigir los sueños y la voluntad creadora?
¿A quién sentar en la platea de la sala teatral?
¿De quién esperar aplausos y emociones al final de la función?
¿A quién dedicar tanto esfuerzo, tanto trabajo intelectual y físico?
¿Dónde encontrar estímulos para hacer brotar la adrenalina?
Fue en la búsqueda infructuosa de las respuestas a estas preguntas que transité los días del año pasado… un año que definitivamente, como decía al comienzo de la página, quedará catalogado en mi memoria con el rótulo de la tristeza.
Así pasó el 2016.
Comenzando el 2017, dispuesto a empezar, como cada uno de los 65 años anteriores, una nueva etapa de mi Vida, me encuentro por primera vez habitando una circunstancia completamente diferente.
Después de haber trabajado durante más de cuarenta años en el área cultural oficial del municipio de mi ciudad, he padecido, como tantos, el dolor de haber sido expulsado, despedido...
En la esfera provincial las nuevas autoridades decidieron desconocer la ley que tantos años de lucha y de trabajo nos había costado, dejaron sin efecto los nombramientos anteriores y engendraron un grotesco consejo provincial de teatro dispuesto no solo a interrumpir el hermoso proceso que los teatreros y teatreras bonaerenses veníamos viviendo, sino también a destrozar todo lo que habíamos conseguido en los escasos cinco años de vida de nuestro CPTI.
Y en la esfera privada, La Comedia de Campana se halla reducida a una marcha mínima, debido, fundamentalmente a que su director había comprometido su tiempo para aquellas funciones públicas que lo habían absorbido por completo.
Sin embargo estoy vivo!El bonus aún está vigente! Y en ese entorno y con esas circunstancias, otra vez comenzaron tímidamente a surgir sueños, a perfilarse deseos, a esbozarse proyectos…
El estreno de dos obras inéditas de Alejandro Finzi.
Una invitación que llega desde Cuba…
Encuentros virtuales, casuales o no, con amigos de aquí y de allá que nos impulsan a seguir…
Es justamente en ese momento cuando, desde el otro lado de los Andes, mi compañero de sueños y de andanzas Víctor Soto reclama mi respuesta a su requerimiento sobre el teatro latinoamericano.
No sé si lo hace por desconocimiento de lo aquí narrado o con el propósito de constituirse también él en fuente de energía para empujarnos al camino…
No lo sé…
Sólo puedo decir que desde ya le quedo agradecido.
Este año, en los próximos días, La Comedia de Campana dará a luz una nueva etapa.
No sabemos aún con qué nombre ni bajo qué formas...
Sólo podemos estar seguros de que recogeremos la historia de los caminos andados.
Habrá escenarios…
Habrá barriadas…
Habrá encuentros…
Estará la Vida palpitando en cada acto, en cada cuadro, en cada acción, en cada palabra…
Haremos el único Teatro que sabemos hacer.
Y lo haremos a los cuatro vientos y, parafraseando a Arlt, por pura prepotencia de trabajo.
No sé si esta página servirá a Víctor para sumar algún granito de arena a su antología del teatro suramericano.
¡Ojalá así sea!
Pero al menos quedará como bisagra entre los fragmentos anteriores y los que desde ahora vendrán.
Porque hay mucho para hacer y para decir. Tal vez más que nunca…
Ya que si bien aquella etapa terminó, nos dejó la prueba imborrable e inexorable de que lo que siempre habíamos soñado puede ser plasmado en realidad.
Con eso basta y sobra para sentir que las pilas están cargadas.
¡Hasta cada momento!
Víctor Soto Rojas y Guillermo Rodoni, recordando el futuro... (Hace 2 años en Campana)
Ana Barrionuevo y Guillermo Rodoni. Dos instancias de una misma historia...
1 Medio Siglo haciendo cultura
2 Las dos formas de ver el vaso
3 De interés solo para nosotros...
4 Arte y Transformación Social
5 Lo esencial es lo visible
6 Una cuestión de energía
7 De profesión Jugador
8 "Soy hombre de teatro"
9 Los Sonidos del Silencio
10 Los límites del amor
11 La vida que respiro
12 A telón cerrado
13 La soledad del director
14 A sala repleta
15 El Grupo Estable
16 Yo... oficialista
17 Las dos máscaras de La Comedia de Campana
18 Me sentí Cenicienta
19 El 9 de Oro
20 Más acá de la pandemia
21 El CPTI y una nueva esperanza
22 Punto de partida
23 El barretazo de Camino Negro